La posesión de un hacha, especialmente si estaba ricamente decorada, era un indicador de alto estatus social en la sociedad vikinga. Los caciques y los guerreros de élite solían llevar hachas ornamentadas para significar su posición y poder.
La entrega de un hacha era un momento significativo en la vida de un vikingo, a menudo asociado a ritos de iniciación. El hacha era un regalo común para marcar la entrada en la edad adulta o para recompensar actos de valentía.
En el ámbito religioso, las hachas se utilizaban a menudo en diversos rituales, simbolizando el corte entre el mundo material y el espiritual. Podían utilizarse en sacrificios o como ofrendas a los dioses.
Las hachas también desempeñaban un papel simbólico en bodas, funerales y otros acontecimientos sociales. Por ejemplo, un hacha podía ser enterrada con un guerrero para que le acompañara en la otra vida, o regalada en una boda para simbolizar la protección y la prosperidad del hogar.